La preocupante popularidad del gobierno entre los criminales

El presidente de la República y su gobierno enfrentan una crisis de popularidad en el país, según las encuestas. Sin embargo, sorprende el crecimiento de su fanaticada en el mundo criminal. Este fenómeno refleja la preocupante obsesión del gobierno por generar condiciones de impunidad y beneficios para los delincuentes.

Aunque el presidente fue elegido con la promesa de buscar la paz total y la desmovilización de los grupos armados, durante su campaña negó dar beneficios a narcotraficantes. El famoso escándalo del Pacto de la Picota fue desmentido rotundamente. Sin embargo, es evidente el esfuerzo constante del gobierno por favorecer a quienes pertenecen al mundo criminal.

El presidente Gustavo Petro ha mostrado interés en beneficiar a terroristas, narcotraficantes, exparas, parapolíticos y delincuentes de todo tipo. Se evidencia su constante esfuerzo por modificar la legislación para favorecer a los criminales del Clan del Golfo, las disidencias de las FARC y el ELN. Desde acuerdos de cese al fuego hasta excarcelaciones y proyectos de “humanización” de las cárceles, el gobierno busca evitar la persecución de los delincuentes y ofrecerles impunidad.

El abuso de la figura de gestor de paz por parte del presidente se ha convertido en un mecanismo de impunidad. Los delincuentes salen de sus celdas, no son perseguidos por la fuerza pública y evaden la justicia. Pareciera que el presidente tiene un poder de indulto presidencial. Mientras tanto, los delincuentes continúan cometiendo asesinatos, secuestros, extorsiones y narcotráfico.

Es preocupante que el presidente esté más preocupado por el lenguaje utilizado frente a los terroristas que por combatirlos. Mientras las disidencias asesinan policías y el ELN planea atentados, el gobierno parece no brindar las garantías de seguridad necesarias para proteger a la oposición y a los ciudadanos en general.

Para colmo de males, el gobierno propone una ley de reconciliación que beneficia a todos los delincuentes y narcotraficantes que no se iban a beneficiar de su gobierno. Pero, ¿qué es la reconciliación? ¿Perdonar a aquellos que han causado estragos en nuestras calles y envenenado a nuestros jóvenes? ¿Perdonar a quienes disfrutan de lujos mientras cometen asesinatos?

Es vital que el presidente deje de justificar y beneficiar a los delincuentes y se preocupe por la justicia para las víctimas. Aunque su popularidad aumente entre los delincuentes, esto causa un gran daño al país. Los colombianos no confunden el perdón con la falta de consecuencias. La verdadera reconciliación implica que los delincuentes paguen por sus crímenes y luego sean bienvenidos en la sociedad.

Los ciudadanos no pueden permitir que Colombia pase de ser un país que combate y extradita narcotraficantes a una “república bananera” que los premia. Es necesario manifestarse, protestar, recoger firmas, demandar ante las cortes y exigir al Congreso para evitar la aprobación de leyes que promuevan la impunidad. El gobierno debe comprender que ser popular entre los delincuentes no es beneficioso para el país.


Escrito por

Redacción Arena Política