En Colombia, la corrupción y la falta de civismo continúan siendo temas que preocupan a la sociedad. A pesar de los avances logrados con las elecciones recientes, donde se ha evidenciado la existencia de personas maravillosas y un nuevo amanecer para el país, aún hay demasiadas personas que no logran desprenderse de la caracterización mencionada por el gran Darío Echandía de que seguimos siendo “un país de cafres”.
Una de las razones por las cuales aún existen comportamientos indebidos en la política colombiana es la pérdida del espíritu cívico necesario para participar en el servicio público. Es fundamental que los “soñadores realistas” se conviertan en ejemplo y promuevan la educación como una vía para reponer este espíritu en la sociedad.
Por otro lado, ha surgido el fenómeno conocido como “el principio del Negro Juan Carlos Martínez”, que plantea la pregunta de por qué arriesgarse con el narcotráfico y una posible extradición cuando robar el presupuesto de ciudades y entidades públicas puede llegar a ser aún más rentable. Esta actitud se ha convertido en una forma de vida para algunos políticos, ya que se dan cuenta de que sus comportamientos indebidos no tienen consecuencias sociales ni penales.
Es preocupante observar cómo aquellos que aparentan tener buenas credenciales se dejan llevar por la codicia y pierden sus valores en busca de poder y presupuestos a su disposición. Esta situación fue destacada por Antanas Mockus al referirse al escándalo del Carrusel de la Contratación en Bogotá, donde los Moreno y los Nule resignificaron con sus comportamientos nefastos una nueva “normalidad” para la sociedad colombiana.
La corrupción no solo afecta a nivel local, sino que también tiene repercusiones a nivel nacional. Los casos de Emilios Tapia son ejemplos patológicos que ayudan a justificar y perpetuar los casos de corrupción en todo el país. Es por ello que la sociedad colombiana necesita organizarse y establecer una fuerza social para combatir estos comportamientos antiéticos, que causan un gran impacto tanto en lo fiscal como en lo social.
Aunque se han registrado algunos avances, como la candidatura protesta de Rodolfo Hernández, que fue contraria a los partidos tradicionales y representó una opción diferente para los ciudadanos, aún queda mucho por hacer. Es necesario formar una labor colectiva que cuente con la participación de diversas organizaciones, tales como la Moe, Transparencia por Colombia y De Justicia, entre otras, para combatir la corrupción de manera conjunta.
Colombia se encuentra en deuda con respecto a la organización y lucha contra la corrupción. Es fundamental que se promueva el desarrollo de un centenar de organizaciones que trabajen de manera efectiva para erradicar este problema que afecta tanto al país como a las comunidades. Solo así se podrá garantizar un futuro mejor para todos los colombianos.
Carlos Enrique Cavelier
[email protected]
Compartir