El Pacto Histórico liderado por Gustavo Petro ha logrado unificar partidos y obtener un notable número de escaños en el Congreso de la República. Sin embargo, su éxito político parece estar experimentando una transformación completa en apenas dos años. Las estrategias políticas pueden ser efímeras y lo que funcionó en un momento puede volverse inoperante con rapidez.
Una vez que Petro se convirtió en presidente de la República, el Pacto Histórico mostró debilitamiento y desorganización. Las luchas internas por el poder y la falta de una estrategia para mantener el proceso se han convertido en un “rotundo fracaso y una vergüenza total”, como lo describió un portal de noticias. Este debilitamiento plantea dudas sobre el futuro del Pacto Histórico en las próximas elecciones regionales.
Aunque el Pacto Histórico mantiene un programa de gobierno, es importante destacar que carece de una política de Gobierno que abarque los intereses nacionales. En cambio, se limita a los intereses personales del presidente y sus aliados. Como ciudadanos colombianos, es crucial evitar caer en esta trampa y exigir políticas que beneficien a todo el país.
El presidente Petro ha estado forjando pactos individuales con grupos que tienen agendas propias, algunos de los cuales incluso han sido cuestionados por acciones delictivas. Estos acuerdos comprometen la integridad de la democracia y podrían erosionar nuestro sistema si no se toman medidas al respecto. Existen preocupaciones de que Colombia se convierta en una versión de Venezuela si esta dinámica continúa sin una reacción por parte de los colombianos.
Dentro de los pactos establecidos, es necesario recordar el Pacto de La Picota, donde se negociaron votos con representantes de mafias colombianas y grupos guerrilleros como el ELN y las disidencias de las FARC. También se ha establecido un Pacto con los sindicatos, que parece más un pliego de peticiones que beneficiaría a los trabajadores pero podría tener consecuencias económicas negativas para el país.
El Pacto con la tierra, que involucra a organizaciones guerrilleras y campesinas, tiene como objetivo despojar a los empresarios rurales de sus tierras, lo que podría resultar en un fracaso económico y engañar a los campesinos con la ilusión de tierras que no les garantizarán su subsistencia. Además, el Pacto con la educación, respaldado por el sindicato de profesores Fedegán, busca afianzar su control en la dirección de la educación, lo cual plantea preocupaciones sobre la formación de los estudiantes.
Estos pactos, junto con otros en materia de salud y medio ambiente, forman parte de la estrategia del “gobierno del cambio” para lograr sus intereses particulares y dividir el país. Los ciudadanos colombianos deben reaccionar de manera decidida, impulsando políticas de alcance nacional y derrotando al llamado establecimiento en las elecciones. Solo así se podrán establecer cimientos firmes para la gobernabilidad a través de políticas de Estado que abarquen la economía, el bienestar social, la educación, la seguridad, entre otros aspectos, y que tengan enfoque en objetivos compartidos a largo plazo.
Es responsabilidad de todos los colombianos evitar que se siga avalando un gobierno que busca acabar con la democracia e implantar un gobierno autoritario. Es necesario votar masivamente el 29 de octubre, retomando políticas de Estado desde las regiones y no solo del gobierno de turno.
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