El primer año de gobierno de Gustavo Petro ha quedado marcado por el camino equivocado que decidió tomar. Desde el inicio de su mandato, el presidente tenía dos opciones: la difícil y responsable, y la fácil y poco seria. Desafortunadamente, Petro eligió la segunda opción, lo que ha llevado a una crisis en su gobierno.
La opción difícil habría sido actuar como un estadista, buscando consensos, persuadiendo y negociando para implementar reformas realistas que beneficiaran a todos los colombianos. Sin embargo, en los primeros meses de su coalición política, parecía que Petro iba a tomar esa ruta. Sin embargo, esta ilusión duró poco tiempo. Este camino hubiera exigido reconocer los propios errores, ejercer la autocrítica, controlar a familiares y funcionarios, descartar sueños imposibles y actuar de manera adulta y madura.
En cambio, Gustavo Petro optó por el camino fácil e irresponsable. Se quejó constantemente, se declaró víctima del poder y utilizó su triunfo electoral como una licencia para hacer lo que quisiera. Lanzó propuestas llamativas pero imposibles de llevar a cabo, como la Paz Total. Además, calificó a cualquier crítico como un corrupto neoliberal o un esclavista. Petro también desestimó las encuestas que registraban su caída en popularidad y culpó a otros por sus propios errores. Incluso utilizó discursos incendiarios en las calles, lo que solo ha aumentado la discordia en el país.
Es innegable que el camino difícil hubiera sido menos atractivo para Petro. Requería pactar, seducir a rivales, actuar con disciplina y no quejarse constantemente. Este camino no recibiría tanta atención mediática y requeriría un trabajo serio, lento y discreto. Sin embargo, eso es lo que implica gobernar y administrar de manera efectiva. Desafortunadamente, Petro no parece estar interesado en la minucia de la administración, sino en pasar a la historia como un revolucionario y un héroe. Sueña en grande y prefiere empezar de cero en lugar de construir sobre lo existente. Esto se refleja en sus propuestas irreales y en su falta de atención a la infraestructura existente. Además, Petro ha nombrado ministros que no son expertos en la materia y ha aceptado un inaceptable proceso de paz con el ELN, sin dejación de armas ni fin al secuestro.
A pesar de esto, aún quedan tres años de gobierno y hay posibilidad de cambio. Petro tiene tiempo para tomar el camino más serio y responsable, brindando resultados concretos en lugar de discursos grandilocuentes. La gente necesita soluciones reales, no promesas imposibles de cumplir. Esperamos que la personalidad de Petro le permita tomar esta dirección y llevar a cabo un gobierno efectivo para todos los colombianos.
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